Se escucha la
queja de muchas madres y padres referirse a sus hijas e hijos como: “es muy egoísta”
”no le gusta compartir” “es celosa con el papa” “mi hijo me cela no deja que
nadie se me acerque” “lo que quiere mi hija o hijo se le da” etc. etc.
Es en todas esas
voces y, las que aún se dicen en su
interior, que empieza el camino de la distorsión del Ego o del yo, la
consciencia de cada ser humano. El ser consciente empieza por reconocernos como
seres únicos (yo), luego pasamos a reconocer que hay otros seres humanos a nuestro
alrededor(tú, él/ellos), luego descubrimos el nosotros ( yo + tu = nosotros),
estas fases suelen distorsionarse por las formas en que nos comportamos cuando
intentamos satisfacer nuestra demanda de “padres ejemplares” y se nos va la
mano al consentir o sobre dimensionar la función protectora o proveedora, con
la falta de nuestra atención y afecto va a haber carencia, con el exceso va a
haber una exageración o sobre exposición, en el caso del desarrollo de la
personalidad HUMANA, lo idóneo es el equilibrio, ni
poco ni mucho, "ni mucho que queme al santo ni poco que no lo alumbre".

El niño necesita que se le dé la oportunidad de comprenderse a sí
mismo en este mundo complejo en el que tiene que aprender a vivir, precisamente
porque su vida, a menudo, lo desconcierta. Permitámonos despertar hoy, cual
niño que descubre que su mama no es la única sino que hay millones de mamas y
es ahí donde entendemos que no se ama por ser iguales, sino que en la
diferencia es que se construyen relaciones saludables con amor y se ama a su
mama por ser única; de igual manera se ama a cada hija e hijo con todo nuestro
amor de manera única a cada uno, sin comparar sus personas y permitiéndonos
cuestionar sus actitudes y que cuestionen las nuestras, manteniendo el respeto
a las individualidades basándonos en un discurso con amor propio y compartido.
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Autor: Gino Escobar Tobar
Contacto con el Autor:
Email: ginokevi@yahoo.com
Twitter: https://twitter.com/GINOBUDISTA
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